El asociacionismo en el mundo rural y sus problemas
Algunas ideas tras una semana de muy buenas conversaciones con miembros de distintas generaciones del movimiento asociativo en el mundo rural.
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Algunas ideas tras una semana de muy buenas conversaciones con miembros de distintas generaciones del movimiento asociativo en el mundo rural.
En un contexto como el de la despoblación rural, con poblaciones muy dispersas, la lógica de grandes escalas de las grandes empresas no puede llegar a proveer servicios de modo rentable y la lógica de las políticas públicas de obtención de calidad mediante concentración de servicios no puede llegar de manera eficiente. Las guarderías y los centros de día son dos ejemplos claros. Y ahí es cuando aparece de nuevo la comunidad y lo comunitario y germina el verdadero «tercer sector». Tal vez es hora de empezar a releer a Etzioni a la luz de la repoblación.
Si se quiere evitar que la tensión campo-ciudad acabe en toda Europa en una fractura geográfica y generacional insalvable, hace falta un giro del discurso público hacia el universalismo acompañado de acciones colectivas que le den materialidad, haciendo de la repoblación y la industrialización sostenible, digital y, a ser posible, cooperativa del campo -el único nicho posible hoy-, un objetivo colectivo creíble.
Aceptémoslo, no hay forma de salvar la pequeña propiedad. Todo lo que cabe esperar en ese sentido son paños calientes y una agonía más larga. La pequeña propiedad no puede ser indefinidamente el dique que contenga la desolación y la despoblación rural.
Todo alrededor de estos gatos, que no son domésticos ni salvajes, nos devuelve una y otra vez a la búsqueda de sustitutivos para el desarrollo de responsabilidades colectivas. Todo nos apunta a las dificultades de pertenencia del que llega solo desde la ciudad al medio rural, muchas veces cargando un divorcio o una viudez necesariamente traumáticas.
¿Cuándo pasó el entusiasmo por tomar el futuro en nuestras propias manos a considerarse una utopía? Sabemos que la única alternativa a la desolación y la crispación es la repoblación y el entusiasmo. Sabemos que «sólo el trabajo asociado puede dar el marco adecuado a la producción colectiva y sólo la comunidad organizada puede generar un nuevo modo de vida». Y vemos cómo las primeras iniciativas están naciendo de pueblos que se rebelan contra un destino indeseable y de los jóvenes que se vieron expulsados de su propio entorno.
La contradicción ciudad-campo se representa desde la ideología dominante en España como una oposición civilización-salvajismo. Necesitamos representar el mundo rural como sustento activo -nunca como paisaje- de un nuevo modo de vida.
Los problemas a los que nos enfrentamos y que se concentran en la relación ciudad-ruralidad, tienen dimensiones civilizatorias, pero pueden enfrentarse de manera muy concreta en espacios concretos.