1/2/2025 | Entrada nº | Dentro de Zeitgeist

¿Nos estamos equivocando en el mensaje?

¿Conectan nuestros mensajes con los valores, deseos y objetivos de los jóvenes que son la cantera del cooperativismo de trabajo de la próxima década? ¿Estamos dando una respuesta útil a sus miedos?

¿Nos estamos dejando llevar por el entusiasmo?

Los que seguís nuestro canal en Telegram tenéis claro quiénes son los protagonistas de las noticias sobre cooperativismo en Europa en este momento: grupos de trabajadores de empresas en quiebra y fábricas que cierran que se constituyen en cooperativa de trabajo y compran las instalaciones en las que trabajaban.

Este movimiento, que responde a la desindustrialización que sufre Europa desde que arrancó la guerra de Ucrania, es importante tanto por el impacto directo que genera en puestos de trabajo en su entorno, como por el mensaje que proyecta; está dando pie a cambios legislativos en varios países y cambiando la forma de abordar el llamado relevo generacional en las PYMEs cuyos fundadores se jubilan sin un heredero, un problema global.

Sin embargo, la realidad es que el empuje del cooperativismo de trabajo en general y del cooperativismo maximalista en particular, depende sobre todo de los nuevos emprendimientos, no de las compras, de los jóvenes que se plantean un futuro laboral y profesional, no de los trabajadores que buscan una solución al tsunami de cierres.

¿Nos estamos dejando llevar por el entusiasmo de ver cómo este movimiento espontáneo está salvando tejido industrial de un modo mucho más efectivo que las políticas de reconversión y reindustrialización de los últimos cincuenta años? Seguramente sí. No es que no haya que destacarlo, es importante y hay que darle visibilidad, pero si queremos que exista una amplia base cooperativa de trabajo en esta década y la que viene, tenemos que dirigirnos primordialmente a los que ahora tienen entre 15 y 30 años. Y al parecer, las claves y mensajes deberían ser otros.

Lo que nos dicen los estudios demoscópicos

Objetivos personales de los jóvenes en EEUU

Empecemos por EEUU, el canario en la mina de la atomización y la destrucción sistemática de lo comunitario. En una encuesta a 1.644 jóvenes entre 10 y 25 años en las que se les preguntaba por 14 objetivos personales, la respuesta número uno fue «estar seguros» físicamente.

Mientras que las generaciones anteriores daban por sentada la seguridad, los jóvenes de hoy crecen en una era de crisis agravadas : tiroteos en las escuelas, una crisis climática que se agrava, incertidumbre financiera y el trauma persistente de una pandemia mundial. Aunque nuestra investigación no identificó las causas específicas de los temores de los adolescentes, la exposición constante a las crisis, amplificada por las redes sociales, probablemente desempeñe un papel importante en el fomento de una sensación generalizada de preocupación. (...)

Curiosamente, «ser amable» ocupó el segundo lugar en nuestra encuesta, independientemente de otros grupos demográficos. Si bien la seguridad domina sus prioridades, los adolescentes aún valoran las cualidades que fomentan la conexión y la comunidad.

Este hallazgo indica una dualidad en sus aspiraciones: si bien sienten una sensación generalizada de peligro, también reconocen la importancia de las relaciones interpersonales y el bienestar emocional.

De hecho, «pertenecer a una comunidad» estaba a menos de un punto de «estar seguros» en los resultados de la encuesta. Entre uno y otro: «aceptarme a mi mismo» y «cambiar el mundo y obtener grandes logros». Quedémonos con ésta idea: el miedo prima pero está equilibrado por el hambre de comunidad y el deseo de pertenencia y superación personal y colectiva.

¿Y España? No hemos encontrado un estudio equivalente, pero hay pistas en otros. En un estudio sobre las aspiraciones y temores profesionales de la población española encargado por Ionos -un hosting alemán especializado en emprendedores- la mayor parte de los jóvenes entre 20 y 29 años están insatisfechos con su trabajo y al 63% les gustaría emprender. Entre otras cosas porque el 57% cree qje es probable q emprender les de una vida más feliz y porque entre las cosas que hacen que valoren más un trabajo el 49% habla de que le genere pasión y que las tareas sean interesantes y el 44% que el ambiente colectivo sea motivador.

Pero... ¿qué espacio ocupa el emprendimiento colectivo -y por tanto la ventana para el cooperativismo- en ese mapa de valores? Y aquí viene la sorpresa buena: del total de jóvenes encuestados solo el 34 % preferiría emprender en solitario, mientras que el 27 % querría hacerlo con al menos un socio, el 17% con familiares y el 14 % con amigos. Ese 14% que se imagina trabajando en cosas interesantes, con impacto social en un ambiente de amistad, retos y logros colectivos es nuestra cantera.

Pero ahora viene la sorpresa mala: las mujeres jóvenes que piensan en el emprendimiento no están buscando lo que el cooperativismo de trabajo puede ofrecer. Pertenecen al perfil que busca seguridad y estatus a través de una empresa familiar creada con sus familiares directos (22%) o en su pareja (24%).

Resultado: mientras el 15 % de los varones apuesta por los amigos, entre las mujeres, la cifra es inferior al 5%. Es decir, entre los jóvenes sensibles al discurso cooperativo de trabajo los varones superan por 3 a 1 a las mujeres. Casi 10 años de feminismo identitarista dejan tara individualista y atomizadora.

Finalmente pasemos de los deseos a los frenos. Según los autores, en general, «la inestabilidad económica es el mayor obstáculo que se interpone entre la población española y el trabajo por cuenta propia». Los encuestados citan la falta de ahorros (54,4 %), el miedo al riesgo financiero (33 %), la carencia de idea de negocio (30,4 %) y el miedo al fracaso (29, 6 %). Los que nos dedicamos a impulsar la formación de cooperativas y emprendimientos colectivos sabemos que todas estas respuestas se resuelven en la última: miedo a fracasar y a cómo ese fracaso repercutiría en sus relaciones y en su futuro económico.

Es decir, de nuevo el miedo prima aunque cuenta con un contrapeso en el deseo de hacer un aporte social y en el de pertenecer a una comunidad de trabajo.

¿Cómo ayudamos a vencer el miedo?

Es claro que hay mucho que se puede hacer en el acompañamiento de emprendedores cooperativos, pero no podemos quedarnos en los ya convencidos aunque temerosos. En lo inmediato, hay que reorientar las distintas prácticas y estadías remuneradas que ofrecen nuestras cooperativas y entorno para que los participantes puedan meter los dedos en las llagas y ver la realidad cotidiana de la vida cooperativa más allá de los proyectos.

Y sobre todo, tal vez debamos equilibrar nuestra comunicación, ir más allá de lo que la prensa refleja en éste o aquel país en cada momento para contar las historias reales de nuestras cooperativas. Muchas veces pensamos que simplemente porque no son noticia mediática van a resultar aburridas, pero a lo mejor son precisamente lo que necesita ese 15% de jóvenes que querría emprender con amigos: ver los retos cotidianos que nos dirigen, los proyectos sociales en los que nos embarcamos... y cómo, sin hypes ni triunfalismos, conseguimos año tras año una estabilidad entre trabajo apasionante, vidas ricas e ingresos suficientes.

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