Un apocalipsis como dios manda
Una pandemia, un porcentaje ínfimo de supervivientes, un protagonista que vaga por el territorio y va juntando lo mejor de cada casa... lo hemos visto mil veces, tanto en EEUU como en Europa. Antes de 15 minutos ya estábamos de nuevo en El señor de las moscas.
El modelo, tan predecible como un reloj atómico, ha tenido muchas variantes circunstanciales, generalmente sobre el detonante -una guerra nuclear, un ataque alienígena, una pandemia, el cambio climático- y, a veces, aderezos de zombis y alienígenas. Y a cada nueva versión más delirio ultraindividualista y más moraleja reaccionaria hobbesiano-conductista.
Y, de repente, alguien le vende a MGM hacer una versión de Earth Abides, una novela de culto publicada en 1949 cuya preocupación está muy lejos del pesimismo interesado de Golding y sus epígonos.
O el zeitgeist está cambiando rápidamente en EEUU -no lo parece- o hay gato encerrado.
La novela original
La novela original sostiene dos tesis que chocarán a los aficionados a imaginar colapsos. La primera que, la reacción de las generaciones presentes en EEUU tras la guerra mundial ante un colapso sería liberarse de taras culturales (los protagonistas, un hombre anglo y una mujer negra forman pareja, algo que en esa época y lugar iba contra la convención social y, en algunos estados, contra la ley) y construir una comunidad igualitaria como forma de hacer la transición de la rapiña entre ruinas a un nuevo sistema social productivo.
Esa es la buena noticia del colapso y sin duda es el sueño tras mucho del delirio decrecimientista que se puso de moda. Pero la novela no se queda ahí. Hay una segunda tesis: la pérdida de nivel tecnológico y la reducción del grado de especialización del trabajo conllevaría no sólo una pérdida irremediable de conocimiento (que al no ser directamente aplicable ni necesario se orillaría y olvidaría), sino de sensibilidad (la descivilización embrutece por necesidad) y sobre todo de racionalidad (separados del conocimiento tal y como lo conocieron sus abuelos, la tercera generación post-apocalíptica es iletrada y supersticiosa).
Resumiendo: una vuelta a la comunidad por colapso del sistema no sería una buena noticia. Las ganancias de igualdad, se compensan de sobra con la falta de antibióticos y la relación directa entre trabajo y necesidad colectiva, con la vuelta de la magia y la superstición.
El mensaje de la novela que la serie retoma y pone en valor
Una de las inspiraciones de George R. Steward, autor de la novela, fue el clásico de aventuras Robinsones Suizos, escrito por Johan David Wyss, un pastor luterano viudo de finales del XVIII, para inculcar a sus hijos los valores y la alegría de la vida comunitaria familiar. Robinsones Suizos que fascinaría luego a Verne, que escribió hasta tres secuelas, suele presentarse como una robinsonada. En realidad se trata de lo contrario: frente al individualismo extremo -y racista- del liberal Defoe que presenta a un Robinson solitario, Weiss presenta a su propia familia, cooperativa y comunitaria,
Steward no tiene ese punto naive del optimismo racionalista ilustrado de Wyss, pero su relación con las fantasías apocalípticas es similar a la de Wyss con el Robinson original. Earth abides es sobre todo un relato sobre cómo reconstituir la sociedad desde cero significa volver a la centralidad de la comunidad y lo comunitario.
Hay que tener en cuenta que está escrito entre 1946 y 1948, inmediatamente después de la guerra mundial, en medio del agotamiento que supuso la vuelta del frente de millones de soldados en todo el mundo a lo que muchas veces era un paisaje de ruinas. Steward, que ha estado ideológicamente muy cerca de John Dewey, nos presenta la creación de comunidad como el único camino posible para reconstruir una sociedad traumatizada.
También insiste en que crear comunidad brota de lo humano más básico y esencial: «Teníamos que hacerlo», dicen varios protagonistas en distintos momentos de la historia al ser preguntados sobre por qué se arriesgaron a buscar iguales en un mundo, literalmente, sin ley ni estado.
Pero Steward no es un utópico. El proceso de creación comunitaria que muestra «Earth Abides» no es pura alegría, juego, descubrimiento y felicidad familiar como en Robinsones Suizos.
Está lleno de obstáculos, desconfianzas y miedos que deben ser vencidos para seguir adelante. En el momento cumbre de la historia, la comunidad tendrá que aceptar la necesidad de la reprimir para sobrevivir. Y eso, para el protagonista, significa un sacrificio moral, porque en la comunidad la ejecución de las cosas no puede esconderse bajo un reflexivo, no se hacen, alguien las hace por mucho que la decisión sea colectiva y consensuada.
¿Qué significa hoy Earth abides?
Las tendencias hacia la extensión de la guerra y la destrucción de las relaciones comunitarias más básicas, están ligadas. Ambas se han visto aceleradas en los últimos años por un bombardeo ideológico identitarista abrumador que alimentaba una moral del individualismo y de su sublimación comunitaria, el nacionalismo belicista. No sólo en EEUU, también en Europa, como señalaba un artículo que compartíamos esta mañana:
El rechazo del otro se ha vuelto sistémico, cada grupo se siente estigmatizado y estigmatiza a su vez. Los resultados del Barómetro de la Fraternidad (Fraternity Lab e IFOP) revelan una alta y creciente desconfianza entre las personas , alcanzando el 79% en 2024, cifra que sube 17 puntos en cinco años.
Y esta desconfianza comienza en la escuela (encuesta Pisa, OCDE 2019): sólo el 32% de los jóvenes franceses intentan comprender el punto de vista de una persona con la que no están de acuerdo (frente al 40% en la OCDE). El 54% cree que siempre hay dos puntos de vista sobre un tema (frente al 63% en la OCDE).
En realidad Earth Abides no podría ser de mayor actualidad. Toca reconstruir lo comunitario. Toca volver a poner en valor el trabajo y el conocimiento. Para reconstruir una moral que nos sirva para vivir y no sólo para sobrevivir a costa de otros, hay que tener y sentir en los huesos la necesidad de un futuro en común basado en la reconstitución de la comunidad humana, como hacen los protagonistas de la novela de Steward. Y no será un camino de rosas. Pero, como apuntan la serie y sobre todo la novela, cuanto más tiempo esperemos para empezar, más largo será el camino de salida de la barbarie.