Ayer Wired «redescubría» a Douglas Rushkoff y el libro que publicó el año pasado: «La supervivencia del más rico». Rushkoff no es un tecnólogo más. Cuando en 1994 publicó «Cyberia» se convirtió en el apostol de las posibilidades que ofrecía la producción en redes distribuidas.
Estaba bastante emocionado en los años 90 por las posibilidades de un nuevo tipo de economía entre pares. Lo que construiríamos sería como una red TOR de economía, la gran Napsterización de la economía en un entorno digital.
Pero a partir de la eclosión de las redes sociales -la gran trampa para capturar datos de comportamiento que condujo a la IA actual- la recentralización de lo digital en torno a las grandes empresas de Silicon Valley «hizo un montón de multimillonarios y un montón de gente realmente pobre e infeliz».
Ahora Rushkoff ya no ve un potencial liberador en las tecnologías digitales que se podrían desarrollar en competencia o emulación con la Big Tech.
Llegó a un punto crítico en 2017 cuando le invitaron a dar una conferencia en un Resort de lujo y le puso cara a los tipos que dirigen los grandes fondos que pagan y orientan el desarrollo de las tecnologías emergentes. Al parecer, en sus escenarios de futuro había un desastre, consecuencia de las propias tecnologías que estaban impulsando (big data e IA) al que llamaban «El evento» y que no era sino un colapso general del estado y la circulación económica. Así que las preguntas que hicieron a Rushkoff -al que reconocían como el mejor analista de escenarios futuros de EEUU- eran del tipo de: «¿Dónde deberíamos ubicar nuestros complejos de búnkeres?» y «¿Cómo aseguramos la lealtad de nuestros guardias privados una vez que el dinero pierda su valor?».
Y a Rushkoff le voló la cabeza. Calificó de «aceleracionista» la mentalidad del gran capital financiero (a la que bautizó como «The Mindset») y sus gestores.
En lugar de simplemente enseñorearse de nosotros para siempre. los multimillonarios en la cima de estas pirámides virtuales buscan activamente el final del juego. Al igual que la trama de un éxito de taquilla de Marvel , la estructura de The Mindset requiere un final.
La conclusión para el periodista de Wired, es bastante sencilla:
¿Por qué las personas más ricas del mundo están obsesionadas con prepararse para el apocalipsis? Porque nos están empujando a todos hacia él.
Una nota al margen. Los tipos con los que se encontró Rushkoff no eran unos millonarios survivalistas marginales. En aquel momento Nueva Zelanda estaba ya poblándose de complejos de búnkeres de pesos pesados de Silicon Valley. El tema es ya una comidilla en la prensa británica y estadounidense y hasta la última novela de Eleanor Catton tiene por protagonista a uno de estos personajes y su relación con un grupito local dedicado a la jardinería de guerrilla.
Pero dejando esto aparte, la cuestión que apunta Rushkoff es que la contradicción entre el potencial desmercantilizador y comunitario de lo que hace 30 años eran «nuevas tecnologías» y la lógica mercantilizadora de todo el sistema vigente ha sido superada. Ya hoy y en los años que vienen las nuevas tecnologías en expansión -la IA y la nueva carrera espacial- están hechas a medida de las necesidades de colocación de grandes capitales, la centralización y concentración del poder y el militarismo.
«He llegado a ver estas tecnologías como intrínsecamente antihumanas», asegura Ruskoff, que como forma de articular la resistencia propone todo tipo de cosas, la mayoría contradictorias entre sí. Entre ellas las cooperativas. No acaba de encaminar los cómos ni, sobre todo, los quiénes. Pero aporta. Y se agradece.