29/10/2023 | Entrada nº 49 | Dentro de Crisis de Civilización

El aceleracionismo

Los delirios de Andreessen y compañía revelan que una parte de los dirigentes del sistema, los que viven en los límites de desarrollo tecnológico, cree que la única solución a los problemas que el mismo sistema generó, es un reinicio. Y ese reinicio no es otra cosa que una catástrofe masiva y genocida que se llevaría por delante a millones de personas.

La comidilla de la semana...

...en la prensa en inglés

El otro día comentábamos en el canal el Manifiesto Tecno-Optimista de Marc Andreessen, gurú en jefe de los inversores de capital riesgo de Silicon Valley desde los tiempos de Netscape, el primer navegador.

Desde entonces el texto ha sido contestado una y otra vez en el mundo anglo desde todos los ángulos. Hemos leído de todo en esta semana: desde la ñoñería sentimental de Jemima Kelly en el Financial Times, al agresivo ad hominem de David Karpf en su blog, pasando por el despreciativo «mostly nonsenses» de Ted Chiang en la conferencia del gremio de escritores. Las referencias editoriales no han quedado atrás: de Fortune a Axios parecían hacer entrar en razón al supermillonario, mientras los grandes del papel sacaban a sus primeras espadas para enfrentar sus posiciones lo más contundentemente posible. Y así pudimos leer a Elizabeth Spires y Ezra Klein en New York Times, a Steven Levy en Wired y a Adam Lashinsky en el Washington Post.

...aunque no en la prensa español

En la prensa en español en cambio, tan solo un complaciente e indocumentado artículo en La Razón se hacía eco del Manifiesto de Andreessen y su exaltación del aceleracionismo como «una perspectiva positiva sobre la tecnología y su impacto en la sociedad». Curiosa descripción para un pensamiento que se define abiertamente como neo-reaccionario y cuyo libro de referencia se llama «La Ilustración oscura».

Lo que los críticos no cuentan sobre el «aceleracionismo»

El aceleracionismo no es ninguna novedad, tiene una historia bien trazada y unos referentes muy conocidos.

Nick Land, Andreessen, Thiel y la neo-reacción aceleracionista

El padre del invento es Nick Land, autor entre muchísimas cosas de «La Ilustración oscura», el libro de referencia de Andreessen. Fue Land el que llevó a Andreessen a coincidir con Peter Thiel en Seasteading (una startup que desarrolla tecnología para ciudades flotantes) y en el fallido intento de crear una Charter City en Honduras. La perspectiva del fin de los estados nación y su sustitución por ciudades/empresa, que aparecía desde Islas en la Red (Bruce Sterling, 1984) como fondo de buena parte de las distopías ciberpunk, se convirtió -experiencia de Singapur mediante- en parte de la utopía aceleracionista de Land y de lo que hizo atractivo a su pensamiento para el ala libertaria de Silicon Valley.

También fue Land el que llevó a los millonarios libertarios del Valey a apoyar políticamente a Trump. No porque coincidieran con él, sino porque pensaban que aumentaría las contradicciones que harían estallar algún día a los estados nación.

La izquierda aceleracionista

En 2013, cuando Nick Srnicek y Alex Williams publican su Manifiesto por una política aceleracionista, aparece una izquierda aceleracionista que se consolida en un libro de 2015, Inventing the Future.

Las ideas básicas son las de Land, cambia la perspectiva. Curiosamente hacia una suerte de reformismo aceleracionista. Srnicek y Williams defienden que es posible redirigir el desarrollo tecnológico a través del estado hacia una sociedad de abundancia en la que, al final del camino, desaparezca el trabajo asalariado. En tres palabras: Berstein con IA.

Land, que ha leído a Rosa Luxemburg lo suficiente como para saber lo utópico del reformismo clásico, les respondió sucintamente:

La noción de que la tecnología de autopropulsión es separable del capitalismo es un profundo error teórico

Es evidente. En lenguaje aceleracionista «tecnología de autopropulsión» significa «acumulación de capital».

Lo que todos los aceleracionistas tienen en común

  1. Todos vivimos en un sistema operativo creado por la tríada acelerada de la guerra, el capitalismo y la IA emergente (Goodman, 2017)
  2. El capitalismo ha comenzado a limitar las fuerzas productivas de la tecnología (Williams, 2015)
  3. El sistema capitalismo-democracia, guiado por contradicciones crecientes se desmorona y se dirige hacia una catástrofe concreta, con fecha, movido por la competencia entre capitales y la emergencia de nuevas tecnologías socializantes como la IA. En palabras de Land (La Ilustración Oscura, 2014):

Los hábitos y actitudes laboriosamente acumulados de inversión humana e industrial, prudentes y con visión de futuro, son reemplazados por un consumismo estéril y orgiástico, una incontinencia financiera y un circo político de «reality show». El mañana podría pertenecer al otro equipo [=otra facción de la clase dirigente y/o otra potencia rival], así que es mejor comérselo todo ahora. (...)

[El resultado previsible es] una negación precisa de la civilización [capitalista] como ninguna otra cosa podría lograr, salvo el colapso social instantáneo en una barbarie asesina o un apocalipsis zombi ( a lo que finalmente conduce).

  1. No se trata de resistir a lo inevitable y prolongar el caos y el dolor antihumano creado por un sistema decadente. A fin de cuentas, argumentan, no hay un sujeto alternativo como pudo ser el proletariado durante las revoluciones de 1917-37. Se trata de acelerar el desarrollo de las contradicciones sistémicas actuales pisando el acelerador del cambio tecnológico y liberando a sus motores -los capos de Silicon Valley y los fondos que les alimentan- de todo tipo de trabas.

El viaje hacia la nada y las fantasias del colapso

A estas alturas ya os habréis dado cuenta de que la matriz del aceleracionismo es el izquierdismo académico. Toma la dialéctica histórica del marxismo, le suma poética anarquista académica post-sesenta y ocho y, sobre todo, le resta a los trabajadores.

El resultado es un revolucionarismo pasivo. El sistema se encarga de su propia negación. Todo lo más se trata de ponérselo fácil, de dejarse llevar por la velocidad de la tecnología de autopropulsión. Por eso Andreessen quiere sonar a Marinetti, por eso para Land -y para sus críticos aceleracionistas de izquierda- se trata de cabalgar el tigre, una referencia explícita al místico fascista Julius Evola.

Es lo mismo que nos cuenta Douglas Rushkoff en su último libro, cuya traducción al español presentó en septiembrre en España, que piensan y, en realidad, ansían los grandes gestores de fondos de inversión tecnológicos: «el evento».

Sea lo que sea «el evento» (una guerra total China-EEUU, una fantasía Terminator o una crisis financiera total), lo que viene después según los aceleracionistas no es otra cosa que un colapso simultáneo e instantáneo del estado y la circulación de mercancías.

Y ahí la fantasía pasa del nihilismo al preparacionismo. ¿Adivinen quién sueña con «rehacer el mundo» a partir de la IA sin estados ni instituciones que les estorben cuando salgan de sus bunkers y refugios apocalípticos?

¿Qué significa todo ésto?

El aceleracionismo es el milenarismo del capitalismo actual. La fe que le ponen los inversionistas y los milmillonarios refleja que la Crisis de Civilización está interiorizándose ya incluso entre las capas de avanzada de la clase dirigente.

Por eso los delirios de Andreessen y compañía son importantes. Una parte relevante de los dirigentes del sistema, los que viven en los límites de desarrollo tecnológico, cree que la única solución a los problemas que el mismo sistema generó, es un reinicio. Y ese reinicio no es otra cosa que una catástrofe masiva y genocida que se llevaría por delante a millones de personas. En realidad, una versión tecno-colorista de lo que piensan cada vez más halcones geopolíticos.

Es una señal, un síntoma de que el significado de lo sensato está cambiando a toda velocidad. No se trata ya de «poner la IA en stand by» ni de «apostar por las instituciones multilaterales», ni nada parecido. El sistema entero transpira ansia de guerra y colapso. Así que lo único realmente sensato hoy por hoy es hacer lo necesario para dejar el sistema atrás cuanto antes.

Para eso, lo que hay que acelerar es la reconstrucción desde abajo de un conjunto social, hoy deshecho y atomizado, para hacerlo capaz de representar y orientar la responsabilidad colectiva de nuestra especie sobre sus miembros y la vida en el planeta que habitamos.

Frente a la fantasía falsamente liberadora de destrucción en abstracto, muchos pequeños pasos colectivos de construcción concreta.