26/1/2024 | Entrada nº 73 | Dentro de Moral

Buenas razones para recuperar la lectura profunda

Tenemos que tomarnos en serio la promoción de la lectura profunda y el desarrollo de herramientas vinculadas a ella. Es parte de la demanda de un nuevo modo de vida y no lo es por casualidad; disfrutar del hábito de leer nos hace más fácil ser parte con los demás, nos aleja de la desmoralización general y es fundamental para poder sostener un aprendizaje continuado.

La lectura profunda es una puerta a un modo de vida mejor

La lectura y la necesidad de un nuevo modo de vivir

Ester y Alfonso son dos viejos buenos amigos que se dedican a la Arquitectura y que fueron pioneros de las consultorías de reforma.

Hace un par de años comentaban que en los planes que llevan esbozados sus clientes siempre aparece un rincón de lectura, un espacio reservado a un sillón con una estantería, unas plantas y luz natural.

Aunque la mayoría no va a cambiar su modo de vivir a corto plazo y por tanto no va a tener tiempo y oportunidad de usarlo, y aunque el espacio total sea casi siempre realmente escaso, mantienen contra viento y marea el rinconcito durante todo el proceso de diseño hasta que no hay más remedio.

Dotar a la lectura de un espacio, por pequeño que sea, incrustado en su propia casa, mantiene la puerta abierta al cambio. Significa la posibilidad de imaginarse viviendo una vida mejor. Algo a lo que no se renuncia fácilmente. Por eso, antes que al rinconcito de lectura renuncian a la isla en la cocina, al armario empotrado en el dormitorio y hasta al cuarto de juegos de los niños.

Y no, no os contamos éso sólo porque dentro de una semana comience nuestro Club de Lectura, sino porque refleja la aspiración creciente de un modo de vida que pueda integrar la lectura como un hábito.

El hábito de leer nos hace más fácil ser mejores

Hoy el New York Times, en medio de las convulsiones que en EEUU provoca la carrera presidencial y el nuevo ascenso de Trump, guarda una esquinita para un artículo interesante: «Cómo nos hace el Arte». Tiene muchas aristas y no pocas derivas dignas de matiz o crítica, pero el núcleo del mensaje responde de una manera concreta a una cuestión que un compañero planteaba implícitamente ayer en el grupo Comunales: ¿En qué consiste la espiritualidad de los ateos y cómo se liga a la cohesión social y comunitaria?

Fui a la universidad en una época y un lugar donde mucha gente creía que los grandes libros, poemas, pinturas y piezas musicales realmente contenían las llaves del reino. Que si los estudiabas cuidadosamente y pensabas profundamente en ellos, mejorarían tu gusto, tus juicios y tu conducta. (...) El mensaje era que todos nosotros podíamos mejorar nuestro gusto y juicio familiarizándonos con lo mejor y más impresionante del arte, la filosofía, la literatura y la historia. Y que este viaje hacia la sabiduría nos llevaría toda la vida. (...)

Estoy convencido de que consumir cultura proporciona a tu mente conocimiento y sabiduría emocional; te ayuda a tener una visión más rica y significativa de tus propias experiencias; te ayuda a comprender, al menos un poco, las profundidades de lo que sucede en las personas que te rodean. (...)

Yo diría que nos hemos vuelto tan tristes, solitarios, enojados y malos como sociedad en parte porque a muchas personas no se les ha enseñado o no se molestan en practicar cómo ponerse en el lugar de las mentes de sus semejantes. Estamos excesivamente politizados y al mismo tiempo cada vez estamos más desmoralizados y menos espiritualizados conforme somos menos cultos.

No podemos sino subscribir estas tesis. Eso sí, vamos a reformularlas incorporando nuestros contextos y algunas reflexiones que vamos enhebrando en este blog y en nuestros cuadernos:

  1. El acceso regular a las creaciones artísticas y en particular a las literarias y aún más en concreto, a novelas de todo tipo, facilita el progreso moral de las personas, es decir, favorece su espíritu comunitario. No hace falta siquiera que sean clásicos, ni gran literatura, ni siquiera novelas con tesis. Sencillamente, cuando unimos la lectura profunda con tramas que implican cierta penetración psicológica en los personajes, el resultado tiene un efecto moral en el lector.
  2. No es «magia». El ejercicio de colocarse una y otra vez a través de la lectura en la mirada de personajes cuyas motivaciones y sentimientos son distintos a los nuestros, nos educa emocionalmente al mostrarnos registros que nos son ajenos y recordarnos que detrás de cada uno de nosotros y de cada comportamiento, por incomprensible o ajeno que nos parezca, hay historias vitales que le dieron forma. Cuantas más historias leamos y más diversos sean sus contextos y sus tipos, más fácil nos será mirar con los ojos de otros y poder aportar -y por tanto pertenecer- allá donde estemos.
  3. En consecuencia, la pérdida del hábito de leer es un aspecto de la crisis del modo de vida cuyos efectos morales -y por tanto sociales y políticos- no deben desdeñarse. Leer más nos hace más fácil ser mejores, leer menos hace que los demás nos resulten menos comprensibles y que nos sea más difícil sentirnos parte con ellos de una misma comunidad.

La lectura profunda es el fundamento del aprendizaje

El secreto de las grandes universidades de antaño

La lectura además tiene otro componente moral: es la base del aprendizaje. No hay vuelta. La supuesta existencia de estilos de aprendizaje según el medio de recepción -visual, escucha, quinésico y lecto-escritura- no tienen base científica.

No hay forma de transmisión de conocimiento que supere a la lectura profunda... otra cosa es que el alumno haya perdido o nunca haya tenido esa capacidad porque sea una víctima del impacto cultural de Google, la imposición del formato twitter y la normalización de los formatos nacidos de las técnicas de propaganda y programación neurolingüística -como el clickbait o las stories.

Vayamos por un momento a las viejas grandes universidades y su enseñanza de las Humanidades y reflexionemos un poco sobre la metodología en la que se formaron los grandes historiadores del siglo XX. Sus profesores no fueron necesariamente grandes pedagogos, pero sí eruditos. Las clases, en realidad conferencias magistrales, daban marco teórico y contextual, no eran el temario. Y por lo que nos cuentan en memorias y entrevistas sus etapas universitarias las dedicaron a leer y a aprender, no a estudiar. La memoria venía ya entrenada de la secundaria.

¿Cómo se transmitía el conocimiento entonces? Mediante itinerarios de lectura que el profesor planteaba a los alumnos y que luego, en las tutorías, comentaba con ellos planteándoles preguntas, retos y, de cuando en cuando, nuevos materiales y sendas de lectura complementarias.

Trabajamos ya para digitalizar el autoaprendizaje basándonos en las potencialidades de la lectura profunda

Todo esto viene a cuento de un proyecto que estamos impulsando desde la Fundación Repoblación en colaboración con la Fundació Tarongers y con el concurso de tres cooperativas de trabajo: la Compañía Maximalista, Gazpacho Dev y Communia.

Se llama Itinere y ya ha comenzado la fase de desarrollo. Se trata de reproducir la lógica de los itinerarios de lectura incorporando además videos y otros materiales en una función similar a la que en las viejas universidades cumplían las clases magistrales: dar contexto, fijar marcos y repasar los elementos que unen los distintos aspectos de un tema.

El resumen del proyecto define los objetivos así:

  1. Crear una herramienta de uso general para el autoaprendizaje online a través de itinerarios de aprendizaje con sistemas de evaluación automátizada.

  2. Que será puesta a disposición de centros formativos, organizaciones de la sociedad civil, etc. en software libre.

  3. E incorporará sistemas de métricas orientadas a medir de forma concreta y fiable la transferencia de conocimiento, generando conocimiento y aplicándolo a la mejora de los itinerarios formativos creados por las instituciones que los ofrecen.

Y explica

  • No es un mero repositorio de vídeos y materiales como si fuera una plataforma de TV y tampoco un complejo «campus virtual» intensivo en horas de tutoría, sino una plataforma de autoaprendizaje completamente automatizada.
  • Implica un recorrido. Sólo si los usuarios descargan o visualizan los materiales de una sesión y responden correctamente al cuestionario asociado, tendrían acceso a la siguiente sesión hasta completar el itinerario.
  • Es multimedia. Incorpora materiales formativos de distinta naturaleza, incluido -opcionalmente- tutorías en vivo o asistencia a eventos digitales.
  • Facilita compartir materiales formativos entre organizaciones y reutilizarlos. Los mismos materiales pueden formar parte de distintos itinerarios, de modo que los materiales de una institución o entidad X, experta en un tema, se podrían utilizar en itinerarios de otras instituciones (si el propietario aprueba su uso de forma general o particular, tras recibir una petición).

Esta última funcionalidad, que estará ya presente en la versión Beta dentro de una misma instalación, se extenderá después, a la posibilidad de comunicar instalaciones de distintos grupos e instituciones entre sí. Por eso en la fase 2 del desarrollo de Itinere, el trabajo se centrará en la incorporación y desarrollo de protocolos que permitan compartir materiales entre distintas instalaciones.

Conclusiones

Tenemos que tomarnos en serio la promoción de la lectura profunda y el desarrollo de herramientas vinculadas a ella. Es parte de la demanda de un nuevo modo de vida y no lo es por casualidad: disfrutar del hábito de leer nos hace más fácil ser parte con los demás, nos aleja de la desmoralización general y es fundamental para poder sostener un aprendizaje continuado.

La forma práctica por la que, hoy por hoy, hemos optado como aporte desde y para el comunal universal es desarrollar, en alianza con un gran equipo de buenos amigos, una herramienta en software libre de autoaprendizaje muy versatil fundamentada en las potencialidades de la lectura profunda.

Os seguiremos contando conforme el proyecto avance.