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Isidoro Frezza y el redescubrimiento epicúreo

En 1750, sepultada bajo piedra y lava, se encuentra en Herculano una amplia villa romana, situada en la falda del Vesubio, casi rozando el mar. La biblioteca de la casa albergaba una extensa colección papiros y algunas esculturas. Entre ellas un icónico lechón saltarín.

Isidoro Frezza y el redescubrimiento epicúreo
Contenido

Herculano expuesta

En 1750, sepultada bajo piedra y lava, se encuentra en Herculano una amplia villa romana, situada en la falda del Vesubio, casi rozando el mar. La biblioteca de la casa albergaba una extensa colección papiros. Cerca de unos 2.000 fueron recuperados, aunque en su mayor parte calcinados o cubiertos de lava. Muchos de ellos textos griegos, en su mayoría de Epicuro y Filodemo de Gádara. También mosaicos, frescos, objetos decorativos y estatuas que solían situar en las diferentes estancias de la villa.

Carlos III, en ese momento rey de Nápoles, vio la oportunidad de adquirir protagonismo y potenciar su imagen como monarca ilustrado. Apoyó económicamente el proyecto, y se ocupó de crear, al estilo de otras cortes europeas, una imprenta real para imprimir y difundir los avances y hallazgos del yacimiento.

Nacían así la Academia Herculanense, el Museo Herculanense, la Stamperia Reale y una una escuela de grabadores e ilustradores. Todas ellas lugares de encuentro para intelectuales, impresores y artistas deseosos de participar en el gran descubrimiento del siglo. En 1752 se publicaba Prodromo delle Antichitá dErcolano, una obra que en cinco volúmenes pretendía servir como introductoria al proyecto de recuperación de la Villa de los papiros. En 1756 la Academia iniciaba sus sesiones formales y un año después aparecía el primer tomo de Antichità di Ercolano esposte.

Le seguirían siete más, el último publicado en 1792, en los que se documentaban las excavaciones e ilustraban los objetos encontrados. Una obra que se convertirá en la referencia y directriz de un nuevo estilo de época: el Neoclásicismo.

La distribución de la «Antichità di Ercolano» estaba reservada al rey quien decidía qué miembros de la corte, mandatarios y personas de su interés podían tener acceso a ella. Sin embargo, y pese a su reducida y exclusiva distribución aparecieron en pocos años pequeñas ediciones copiadas en las que se reproducían los grabados e ilustraciones originales.

El hecho de crear una escuela de grabadores e ilustradores, de invertir en las mejores máquinas de impresión de la época, investigar con diferentes gramajes y texturas de papel, con usos tipográficos… dio lugar a un estilo propio que se refleja en La Antichitá , y que se conoció como el «estilo Ercolano», que afecto a todas las artes menores desde la ilustración a la ornamentación de espacios. Una de las figuras más relevantes de esta vertiente paralela y artesana del neoclasicismo fue Isidoro Frezza , pintor, restaurador y grabador napolitano que seguramente se formó en la escuela de grabadores.

El cerdo epicúreo y la revolución

La publicación de copias de los grabados de Frezza en versiones baratas -en papel de periódico- puso de moda una nueva estética -la de la revolución que estaba gestándose- entre las clases populares urbanas. Es gracias a esas copias que hoy podemos tener acceso a algunas de esas láminas, y entre ellas la pieza icónica, el símbolo por excelencia de Herculano: la escultura en bronce de un cochinillo saltando.

Por supuesto, ni el rey ni los intelectuales que trabajaban interpretando los descubrimientos sabían todavía a quién había pertenecido y qué significaba aquel lechón saltarín.

¿Por qué el cerdo?

Parece que el primero en calificar como «cerdos» a los epicúreos fue Timón de Fliunte en el siglo IV aEC. El insulto tuvo éxito y se seguiría usando por siglos, pero los epicúreos supieron invertirlo, convirtiendo el cerdo en un símbolo propio. Vindicaban así compartir con el animal los lazos afectivos como base de su estructura comunitaria, su vivir y pensar en comunidad y su pasión por el juego y la interacción.

La asociación, sin dejar de ser irónica, estaba tan establecida que el gran Horacio, visitante frecuente de Herculano, se definió a si mismo en los primeros versos del Rerum Natura como «Epicuri de grege porcum», un «cerdo de la piara de Epicuro». Además, en la Villa de los Papiros se encontraron piezas tan sorprendentes como un reloj solar con forma de jamón y en todo Herculano vasijas votivas con símbolos porcinos.

Con el grabado de Frezza, una de cuyas copias populares, cuelga de la pared de nuestra biblioteca, Europa volvió a identificarse con un símbolo del comunal por primera vez desde que en el siglo V fueron arrasadas por el cristianismo militante las últimas comunidades epicúreas.

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¿Cómo se llamaba el estilo de artes menores que nace a partir de la difusión de los descubrimientos de Herculano?

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¿Por qué los epicúreos toman el cerdo como símbolo?

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¿Cómo se conoce el edificio de la comunidad epicúrea de Herculano?

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