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Goupil retrata a Cabet

Dos grandes figuras francesas muy diferentes en su ideario y trayectoria se encuentran en Nueva York en 1848. Goupil está internacionalizando su negocio de impresiones populares, Cabet -que vive en el exilio tras su fracaso en la revolución de 1848- va camino de encontrar a los icarianos que partieron de Francia en 1847 y que han establecido una comunidad igualitaria en Nauvoo.

Goupil retrata a Cabet
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La revolución de las Artes Gráficas

Michel Adolphe Goupil es el principal responsable de la transformación de la imaginería popular en el siglo XIX: abrió lo que Walter Benjamin llamó «la Era de la reproductibilidad mecánica del Arte».

Gracias a él la clase media comenzó a decorar sus casas con obras originales de los artistas del momento y reproducciones de calidad de obras clásicas. Apostó por el cambio tecnológico, fue pionero en el fotograbado y el huecograbado, pero también fue el primero en arriesgar por la calidad, compensando el coste que en el momento tenían las técnicas mejores con una red comercial internacional que le permitía hacer tiradas de un volumen hasta entonces desconocido.

Llegó a tener ocho tiendas en París, tres en Londres y una en Viena, Berlín y Amsterdam, asociado con Vincent Van Gogh, el tío del que luego sería famoso pintor. En 1845, con una licencia especial del Congreso, abre en la calle Broadway de Nueva York, donde mantendrá el negocio hasta 1857, cuando lo vende al gerente local.

No solo innovó el modelo de negocio, creó un sistema de remuneración de los artistas que les liberaba de tener que regatear o comercializar directamente con el público asegurándoles al mismo tiempo un mínimo de un 66% más de lo que el viejo mercado les ofrecía. Fue el primero en dar a la fotografía tratamiento de Arte y convirtió en fenómenos continentales a estrellas locales de otros países como Mariano Fortuny.

De la imaginería religiosa al imaginario socialista

Aunque es una referencia básica para los historiadores del XIX, hoy apenas se le recuerda en algunospequeños museos. Y sin embargo casi medio siglo antes de que las primeras postales dieran el salto para convertirse en herramientas de comunicación política, el olfato comercial de Goupil se había dado cuenta de algo que Friedrich Nietzsche enunciaría décadas después: los sueños redentores que hasta entonces vehiculaba masivamente la religión empezaban a tomar forma en la política, y con ellos las estampas de santos y las representaciones históricas tan queridas del romanticismo pictórico acabarían dando paso a nuevos mesias seculares. Goupil fue el primero en publicar masivamente imágenes de políticos, artistas y filósofos para que sirvieran de inspiración a sus seguidores.

Cabet en América

Mientras tanto, los 280 varones, 74 mujeres y 64 niños que habían el Atlántico para crear una comunidad igualitaria en EEUU inspirada por el comunismo icariano , se han asentado en Nauvoo tras comprar, por 2000$ de la época, las ruinas del primer asentamiento de los mormones.

La comunidad icariana es próspera. Cuando el New York Tribune les haga en 1852 su primer reportaje, preferirán hablar de sus logros productivos y de sus expectativas creando comodidades doméstica que de su sistema social. En 1850 cuentan ya con un comedor colectivo, una escuela y un edificio para dormitorios. Los solteros duermen en una gran sala colectiva. Los matrimonios tienen apartamentos de dos habitaciones. Las tierras son fértiles y la colonización marcha bien, alimentada por nuevos colonos, tanto franceses como americanos, que seguirán llegando hasta diciembre de 1855.

A ellos va camino de unirse Etienne Cabet tras el desastre icariano en la revolución de 1848 en Francia y un periodo de exilio en Gran Bretaña acogido por David Owen. A su llegada a Nueva York Cabet se convierte en el reformador social europeo de moda entre los círculos avanzados de la costa Este. A diferencia del comunitarismo religioso que está floreciendo entonces en EEUU, Cabet es un laicista convencido que se alimenta de la tradición revolucionaria francesa y derrocha fe en el progreso y la ciencia.

El Cabet que retrata Goupil

Goupil nos lo presenta con mirada inteligente, ojos claros, sonrisa serena pero no plácida y mano derecha en el pecho. Con la izquierda aprieta una cuartilla manuscrita. Tras él, apenas esbozado, un ejemplar de «Le Populaire», el primer diario socialista europeo, sobre el que reposan el «Viaje a Icaria», un libro anónimo y un tintero con dos plumas.

El dibujo pierde solidez conforme se aleja del torso y se convierte en su parte inferior en puro esbozo. El efecto global transmite la honestidad del retratado pero también un cierto distanciamento: sutilmente, Cabet ha quedado retratado como propagandista, como escritor, como creador sincero de ideas que no siempre va a llevar a cabo, no como hombre de acción u organizador.

Gaupil, el emprendedor siempre pendiente de los incentivos de sus artistas, reconoce la grandeza del pionero, pero es escéptico sobre su sueño igualitario. No fue el igualitarismo sin embargo lo que puso en crisis aquel primer modelo comunal socialista y de hecho, las comunidades icarianas evolucionarían y sobrevivirían hasta 1898... tras expulsar a Cabet. Cierto es que «Goupil y Compañía» las sobreviviría y seguiría abierto hasta 1919, pero para ese momento, el epicentro de la idea cabetiana original -convertir la sociedad en comunidad humana- estaba revolucionando Europa.

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