11/12/2023 | Entrada nº 64 | Dentro de Relatos

Los estrenos navideños de Netflix y HBO y el dilema de nuestra época

Pocas cosas podrían resumir mejor el dilema de nuestra época que el contraste entre los Obama en Netflix y Alex de la Iglesia en HBO, entre «Dejar el mundo atrás» y «30 monedas».

Netflix y la moral rastrera del belicismo

De la comedia romántica a las catástrofes...

Tras el éxito el año pasado de Don't look up (No mires arriba en español), Netflix parecía haber creado la nueva fórmula navideña. En vez de comedias románticas, comedias de catástrofes con mensaje político (del partido demócrata de EEUU).

Si el salto de la melosidad romántica al colapso sistémico no fuera lo suficientemente significativo de por dónde va el espíritu de época, este año, con Don't look behind («No mires atrás», retitulada «Dejar el mundo atrás» en español) , la plataforma apostó por quitar el aire de comedia y recurrió a la artillería pesada: una producción de los Obama -por si alguien dudaba de qué mitos se trata se construir-, basada en un libro de éxito y con una plétora de viejas estrellas generacionales: Ethan Hawke, Julia Roberts, Mahershala Ali y Kevin Bacon.

...y de las catástrofes a la propaganda de guerra

Nada sorprendentemente, el resultado eliminó las no excesivas sutilezas del libro en el que se basaba, lo que no pasó desapercibido a algunos críticos, pero no amilanó el entusiasmo del bidenismo mediático y las agencias amigas.

El mensaje: las grietas producidas por el boom identitarista de los últimos años, fragiliza a EEUU en su conflicto con un mundo que no conocen más que por guerras anteriores pero, misteriosamente, les odia. Así que para ganar la guerra contra el mundo, hay que superar la desconfianza y el resentimiento que caracterizan la grieta racial, de sexos y entre partidos y olvidar las fantasías de guerra civil.

Hablemos claro: Dejar el mundo atrás no sólo es propaganda pura y dura, es propaganda de guerra.

El atrás de «Dejar el mundo atrás» es la dificultad del partido demócrata para espolear la guerra

Esto no sale de la nada. Que el New York Times, el Washington Post o The Atlantic publicaran artículos defendiendo «rechazar las políticas de identidad» y que recordaran cuán totalitarias pueden llegar a ser, era inimaginable hace tan sólo unos meses. Pero es que estamos ante un cambio de rumbo de 180 grados respecto a la estrategia usada por los demócratas durante los cuatro años de presidencia de Trump y los dos primeros de Biden. ¿Las causas?

  1. En las últimas encuestas Biden obtiene mínimos históricos en intención de voto negro y el voto universitario joven de izquierdas, el más influido por el identitarismo, anda enfrascado en defender a Hamas. Para rematar, las capas medias y los trabajadores parecen cada vez más inmunes a las mieles del racialismo y el feminismo demócrata ya no moviliza a las mujeres contra los republicanos.

    Es decir, por un lado la exaltación identitarista de las minorías ya no recoge votos para los candidatos demócratas sino que los resta y por otro, la mayoría de los estadounidenses ni siquiera cree ya que la llamada «discriminación positiva» sea justa y aboga por abolirla.

  2. Y todo ese ambiente contribuye a que Biden tenga grandes dificultades para conseguir que las cámaras aprueben su paquete de 110.500 millones para seguir espoleando la guerra en Ucrania, Israel y el Mar de China.

Así que, desde la mirada de Biden y los dirigentes demócratas, toca aflojar identitarismo por un lado y plantear abiertamente la guerra en el horizonte inmediato, advirtiendo a la población que toca disciplinarse y dejarse de batallitas y políticas de identidad porque hay que ganar al enemigo exterior.

Dejar el mundo atrás no podía ser moralmente más rastrera.

Una estrella de esperanza brilla en HBO

De Adler a Alex de la Iglesia

Que la propaganda bélica se cuele en el entretenimiento navideño y que nadie se atreva a decirlo en voz alta es todo un reflejo de la época en la que estamos.

Vivimos una crisis de civilización que, entre otras muchas cosas, desgarra los valores morales de la sociedad. Los dirigentes políticos y empresariales parecen ajustarse cada vez más al molde de lo que los psicólogos llaman triada oscura (maquiavelismo, narcisismo y psicopatía) y, por lo que nos cuentan los estudios, la gente común está atrapada por un sentimiento de inferioridad paralizante.

En ese marco donde todas las confianzas se pervierten y los discursos invierten su significado hasta el límite, HBO emitirá hoy el final de la segunda temporada de Treinta monedas. Cine de aventuras internacionales y entretenimiento puro... con una vuelta subversiva.

Y es que Alex de la Iglesia, siempre tiene algo serio que contar, aunque lo disfrace con acción holliwoodiense, macguffins y cuentos de antiguas sectas esotéricas.

Judas y el padre Vergara

En esta temporada parecía que iba a contarnos el mundo del trumpismo, los supermillonarios catastrofistas y el aceleracionismo como una tercera opción, puramente destructiva más allá del bien y del mal. Y en cierta manera... así ha sido, aunque desde una perspectiva inesperada.

Hace una semana, la escena final del penúltimo episodio nos mostraba al padre Vergara camino de Nazca. Vergara, que pasó de estar entre la fe y el descreimiento en la primera temporada a estar entre la vida y la muerte en la segunda, reinterpreta el mito gnóstico de Judas para explicarnos el oscuro atractivo de los Trump, los Musk y compañía como judas paradójicamente liberadores. Es un ejemplo, marca un camino, dice Vergara, son actores que se salen del guión y rompen el frustrante orden de las cosas haciendo posible un mundo nuevo.

Pero no se trata de seguirles sin más, el cambio no va de proyectar Insta sino de salir de ahí para dejar de ser arrastrados por el flujo de impactos y noticias y empezar a escribir nuestro propio guión. Se trata de otorgarnos un poco de la libertad del poderoso sin dejarnos seducir por la triada oscura . Vergara nos pega un capón para que abramos los ojos:

Ahí está la clave: salirse del guión, salirse de aquí, salirse de todo. Si no te gusta, salta la página. Escríbela tú.

El dilema de nuestra época

Pocas cosas podrían resumir mejor el dilema de nuestra época que el contraste entre los Obama en Netflix y Alex de la Iglesia en HBO. Dejar el mundo atrás dejándonos llevar como extras anónimos y obedientes al matadero de una guerra globalizada o salirnos del guión y empezar a escribir los diálogos por nosotros mismos.

Los mensajes de Navidad no eran tan vacíos y tópicos después de todo.

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