Veinticuatro horas después de que Hamás comenzara una razzia masiva en el Sur de Israel contra civiles, al menos cuatro kibutz siguen ocupados con centenares de sus habitantes bajo cerco en sus casas desde entonces: Kissufim, Be'eri, Re'im y Kfar Aza.
Los ataques están destinados a masacrar y secuestrar en masa población civil. No se trata de nada parecido a un enfrentamiento entre ejércitos por mucho que una parte de la prensa intente maquillarlo así.
En Re'im se celebraba anteanoche una rave. Los de Hamás la rodearon y se apostaron en las carreteras de salida. Cuando los cohetes lanzados desde Gaza comenzaron a caer en las cercanías y los participantes recogían para buscar refugio, los de Hamás comenzaron a disparar sobre la multitud desde motos y pickups forzando una huída desordenada. Era una trampa. Apostados en los caminos y carreteras otros terroristas esperaban a los que salían. Fue una masacre.
Para los genocidas de Hamas, como para la ultraderecha genocida israelí, el kibutz es un símbolo odioso de lo secular. Para la prensa «progresista» española, como para la coalición ultranacionalista y etnicista en el gobierno en Israel, son cuando menos incómodos por su oposición pública a los abusos gubernamentales tanto sobre palestinos como sobre israelíes. Gente desagradable estos kibutznik que rompen el relato de unos y otros por el hecho de existir.
A todos ellos les da igual que mantengan una floreciente economía comunal como Be'eri, que estén privatizados como Re'im o que estén en privatización como Kissufim. El kibutz, incluso cuando ya no es kibutz y se ha reimpuesto la propiedad privada individual, es un recuerdo de lo que la antigua colonia británica de Palestina habría podido ser y no fue. Algo muy distinto de un estado en deriva autoritaria orientado a la guerra puerta a puerta con un para-estado islamista de pesadilla.
Para todos ellos, cuanto más invisibles permanezcan los kibutz en el relato sobre qué fue, qué es y qué pudo ser Israel, mejor. Porque todos cabalgan felices por el marco general de explotación, deriva autoritaria, segregación y militarismo en Israel, todos tienen algo que ganar con la plomiza realidad de explotación, brutalidad clerical-mafiosa y militarización de la Gaza sometida por Hamas.
Por eso no habías oído hablar de ellos antes. Y seguramente no volverás a oír de ellos en bastante tiempo.
Lo que viene, una «guerra larga y agotadora» según Netanyahu, bien cebada por Irán, Turquía, EEUU, Rusia y alguna potencia más, va a ocupar las portadas, renovar los relatos belicistas y dejar con mucha probabilidad un largo reguero de muertos y vidas destrozadas a ambos lados del muro de Gaza. Puede que se extienda a Líbano y a Siria, pero ni siquiera será comprensible entonces como una «guerra regional».
La guerra de Ucrania ha acabado de abrir una caja de Pandora global en la que ya habían ido saltando muchos cierres en los últimos años. El mundo está siendo dirigido hacia una guerra mundial. No por unos cuantos gobernantes «locos», por todos los estados y los intereses económicos que sostienen y que los sostienen. Ucrania, el Nagorno Karabaj, Israel/Palestina... sólo eran los puntos de fricción más frágiles y por eso están saltando primero.
Si simplemente aceptamos los relatos oficiales, vendrán más y la guerra acabará asentándose en la puerta de cada uno hasta que, sobre una pila de cadáveres, los mercados del mundo se repartan de nuevo entre unos y otros... o comience una guerra nuclear.
Y no será fácil llevar la contraria. Todo lo que vaya contra el relato de la inevitabilidad y «justicia» de la guerra global en marcha y el despliegue mundial del militarismo va a ser orillado y descalificado, cuando no reprimido.
Pero toca hacerlo.
Actualización: Un par de horas después de publicarse esta entrada otro kibbutz, Magen, fue tomado por Hamas.
Actualización 23:00hh. Se confirma que la matanza de la rave de Re'im ha dejado 260 cadáveres de asistentes asesinados a sangre fría.
Actualización 9 de octubre. Los cuerpos de rescate descubren 108 cadáveres de kibutznik asesinados en el Be'eri.
Actualización 10 de octubre. Familias enteras masacradas en el kibutz Kfar Aza.