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Ulises filósofo mundano

El ejercicio permanente de crítica (=traición) de las distintas tradiciones identitarias produce afirmaciones por negación. Un ejercicio de dialéctica hegeliana -o marxista- que pasado por el euskera, los recuerdos bilbainos y el sentido del humor convierte a Juan Urrutia en un «kontraren kontra».

Ulises filósofo mundano
Contenido

Kontren kontra

Esto es lo que yo era para Micaela Urberuaga Sansebastián: un kontraren kontra. Frente a lo que pudiera creerse, ser un kontraren kontra no quiere decir, según la lógica del euzkara, estar en contra de los que están en contra, sino llevar la contraria por sistema.

Me llamaba Kontraren Kontra especialmente cuando a las 8 de la mañana de un dí­a cualquiera de mi infancia, yo insistí­a en añadir mantequilla de posguerra a un humeante chocolate a la taza, en lugar de untarla sobre un pan negro adquirido gracias a la cartilla del racionamiento.

Parece que, según ella, yo siempre y en toda ocasión, y no solo en esa hora temprana antes de ir al colegio, estaba en contra de todo. He repasado mis obsesiones básicas y he descubierto que aquella mujer áspera tení­a razón; pero solo en parte. Hay, en efecto, muchas cosas de las que estoy en contra.

Kontraren Kontra 03/01/2007

Pero el kontraren kontra, descubrimos más adelante, no es sólo una actitud. Es el motor íntimo de la obra de Juan Urrutia. De ahí sus aparentes discontinuidades, su variedad de temáticas y su permanente coqueteo en el abismo del maldito literario. Tan maldito... como Limonov.

Me pregunto qué tengo yo que ver con Limónov. Pues nada más y nada menos que él es como un espejo de mis propias contradicciones, como lo es de las de cualquiera que trate de ser un héroe épico o un libertario de verdad o en resumidas cuentas un Kontraren Kontra. La censura que yo me quiero saltar por el mero hecho de que existe, es la de la ortodoxia académica entendida en sentido amplio. Cualquier moda intelectual, cualquier manera de hacer convencional, tiene en mí un opositor implacable por acomodaticia.

Pablo, Limonov y yo, 9/5/2014

¿El «Rosebud» de Juan Urrutia?

¿Hemos encontrado el verdadero Rosebud de Juan Urrutia? Tal vez. De momento nos devuelve, una vez más, a la resistencia paterna contra el destino mediocre del Bilbao de postguerra.

El Paseo de las Delicias me ha traído hasta aquí y ya de vuelta creo entender cómo yo llegué a ser como soy a imagen de un padre que el chiquillo que yo era interpretó siempre como un resistente. Parecería que, como me dice mi mujer, yo he heredado esta forma silenciosa de ser un Kontraren Kontra y que, a pesar de que mi armario muestra un contenido generoso, me hace aparecer como un homeless.

El paseo de las Delicias, 19/02/2018

¿De dónde vino esa identidad, esa necesidad de resistencia en el niño Urrutia que tomó el modelo mayor del padre? De la necesidad de superar la tartamudez, nos cuenta.

Acabo de caer en que fue mi tartamudez infantil la que me llevó a hacer teoría, o a intentar hacerla, y ahí está sin duda mi forma aparentemente arbitraria de distinguir entre las teorías aquellas que me llaman y aquellas otras que me parecen repeticiones de lo mismo. Ahora entiendo también por qué no se confundía quien me llamaba de pequeño «el espíritu de la contradicción», o un kontraren kontra

Grado cero de tartamudez y transparencia total, 11/04/2014

Tal vez, pero no es lo más importante ahora. Pongamos el foco en que, decorada por la anécdota, el recuerdo y la comparación hay en realidad una proposición fuerte que se hace explícita en 2013.

Ser filósofo es justamente ser un kontraren kontra

22/03/2013

¿Qué clase de filósofo?

No un filósofo cualquiera, sino como el modelo definido en el libro de Heilbronner que acabó siendo una de las referencias más influyentes en la autoconcepción de Juan Urrutia a largo plazo.

Robert Heilbronner era un economista de los años cincuenta/sesenta muy reputado sobre todo por su libro titulado The Worldly Philosophers que algunos devoramos en la juventud en buena parte como complemento de las áridas lecturas curriculares. Pensaba en él cuando subtitulé La Mirada del Economista como Biografía intelectual de un filósofo mundano de los 90.

La gran desconexión, 11/11/2011

Y mundano es la palabra clave porque en este contexto significa responsable en el sentido en el que un intelectual público en Francia se siente concernido por la realidad social y responsable de aportar desde su propio bagaje y perspectiva.

Para Heilbronner, ser mundano (worldly) no significaba ser frívolo, sino haber puesto el pensamiento filosófico a funcionar para comprender algunos asuntos relativos al comercio y a la interacción humana entre agentes económicos que, hasta que fueron incorporados por esos autores clásicos, habían estado fuera del ámbito de las preocupaciones típicas de los filósofos.

La Mirada del Economista, 2004

Esa mirada es la que da forma a las perspectivas vitales del doctorando de Boulder.

Me parecía en mis años de estudiante de doctorado que, junto al tratamiento matemático de la Teoría que permitía una aproximación axiomática a la microeconomía así como un estudio serio de la existencia, unicidad, estabilidad y cuestiones de estática comparada de los modelitos macro fueran de corto plazo o de crecimiento, tenía que existir un planteamiento más social que se preocupara de, por así decirlo, la situación general del mundo, de las formas alternativas de organizar la producción, el consumo y la distribución y, muy en general, de los conflictos sociales derivados de la escasez.

La gran desconexión, 11/11/2011

Pero el aterrizaje profesional retrasaría provisionalmente la materialización de esta vocación. Empieza entonces el largo y necesariamente contradictorio viaje de nuestro Ulises bilbaino. Un viaje que culmina, como no, en la Ítaca de la mundanidad a finales de los ochenta y durante los noventa.

Antes de profundizar en la metáfora nos permitiremos una larga cita que resume la Odisea de Juan Urrutia. Un viaje que nos deja a principios de los 2000 con el Juan Urrutia maduro que empieza a destilar un armazón teórico propio y destilar, a base de confrontaciones con problemas del momento, un programa de acción que se afirmará en las siguiente década y que tendrá sus puntos álgidos con El capitalismo que viene (2009), Por un liberalismo pequeñoburgués (2014) y Un modelo económico básico pensado desde el «nosotros» (2015).

Tuvieron que pasar bastantes años, casi dos décadas completas, hasta que la falsa frivolidad de Ortega y la preocupación por el bienestar de los humanos de los clásicos iniciaron su convergencia en mi cabeza a través de un rodeo bien largo. En efecto, para empezar a considerarme como miembro de una profesión asentada tuve que olvidarme de la preocupación por la realidad que Ortega y los clásicos evidenciaban y concentrarme en lo que yo entendía era la esencia de la ciencia económica, esencia destilada del estudio sistemático de la teoría económica del momento.

No es que la realidad no importara; sino que, tal como elucubrábamos Federico Grafe y yo en Metaeconomía, esa realidad era algo que, al menos en cierta medida, era construida por la política económica a su vez basada en la teoría económica. Tampoco era el caso de que esa realidad subyacente, y quizá independiente de la teoría económica, tuviera que ser considerada como algo permanente: podría muy bien estar sujeta a dinámicas desconocidas. Pero aunque así fuera, pensábamos, nada puede comprenderse si no es de una forma estática; la dinámica más realista, si ha de entenderse, debe aprehenderse como el punto fijo de una aplicación estática.

En Economía Neoclásica. Seducción y Verdad el problema epistemológico, la dificultad de entender de forma estática los fenómenos que creemos dinámicos, fue colocado en el centro de mi interpretación de la manera de pensar de los principales autores neoclásicos (Jevons, Walras, Edgeworth y Marshall) a los que procuraba también juzgar como autores, es decir como personas a las que angustiaba su propia obra, su originalidad y las posibles huellas que fueran a imprimir en las generaciones futuras.

Lo que imprimieron en mí es que lo más interesante de la teoría económica desde un punto de vista intelectual era, junto a las decisiones individuales que ellos supieron caracterizar por primera vez, la idea de equilibrio, una idea que debería captarse como el punto fijo de una aplicación matemática, la adecuada para cada caso y que podría o no remedar una dinámica específica aparentemente realista. Esta idea provenía evidentemente de la Teoría del Equilibrio General a la que dediqué gran parte de mis esfuerzos en las dos décadas de los 70 y los 80. Y aunque el Equilibrio General se asociaba inmediatamente al nombre de Walras, su raigambre, para un filósofo amateur como yo, podría ser localizada en Platón y Kant.

A finales de los 80, y desde luego desde principios de los 90, las dudas de fe resquebrajaron mi andamiaje intelectual. En contra de mí mismo, debido posiblemente al abandono de la torre de marfil al que me he referido ya, y sin duda influido por desarrollos propios de la teoría económica relativos a expectativas, aprendizaje, juegos evolutivos y otros, comencé a interesarme por la realidad de una manera no puramente teorética.

Sigo creyendo en esos momentos en la realidad económica subyacente como algo que, esté o no conformado en parte por la política económica, está ahí fuera exigiendo ser explicado; pero la literatura sobre «manchas solares» va socavando poco a poco esa fe y empujando mi interés en la reflexividad del pensamiento económico. Esto por un lado; pero por otro, esa «realidad» dudosa se me empieza a representar como un proceso en el que los hombres de sangre y hueso, con cara y ojos, se afanan en coordinarse y cooperar, en construir la confianza mutua; pero también en competir sin reparar en engaños e incluso sin refrenarse ante la explotación mutua.

Estas ideas y estas actividades van a enriquecer mis concepciones metodológicas introduciendo en ellas preocupaciones holísticas (o de estructura del grupo de agentes individuales) y dinámicas y abriendo mi filosofía inconsciente hacia otras filiaciones no menos ilustres desde Aristóteles al pragmatismo americano, pasando por Hume. El reinado de Walras y la Economía Neoclásica se ve suavemente puesto en juego por el de Marshall y la Escuela Austríaca o el Neoinstitucionalismo.

Espero que, en un futuro próximo, pueda poner orden en este deslizamiento metodológico en un trabajo que provisionalmente he titulado Realismo, Reflexividad y Retórica y que pueda llegar a hacerlo de modo que explique de forma clara la convergencia entre la presunta frivolidad de lo mondain en Ortega y la seriedad de lo worldly en los Clásicos.

Ahora no puedo sino apuntar alguna idea general y arriesgar algún consejo prematuro. Espero poder mostrar que la reflexividad del pensamiento económico no hace inútiles los esfuerzos por descubrir la verdad concebida en términos propios del realismo y que la frivolidad orteguiana entronca con el pragmatismo americano y con la retórica como metodología de casi toda ciencia con el resultado final de que una cierta vitalidad hedonista acabe siendo muy efectiva en el descubrimiento de esa verdad como correspondencia con una realidad (quizá construida).

Estas ideas generales bastan hoy para entender la convergencia entre el Ortega y los Clásicos que me ha servido de hilo conductor a lo largo de mi intento de hacer ver que entre los trabajos de La mirada del economista hay una cierta continuidad basada en la permanencia de algunas preocupaciones del autor más allá de que se trate de trabajar «de encargo» sobre los principales eventos económicos de la década.

Sin embargo, quiero resaltar por mor de la veracidad biográfica que me gusta el hecho de que prácticamente todos los artículos contenidos en este trabajo así como muchos otros que no han encontrado cabida en él, por falta de interés o para reservarlos para otra ocasión, han sido escritos «de encargo». No hay pues en las páginas que siguen vocación sagrada alguna ni una gran coherencia académica. Lo que hay es un deseo maduro, y creo que responsable (a pesar de una cierta tendencia innata a la rebeldía y a pensar a contracorriente) de contribuir a la comprensión y solución de problemas intelectuales, desde luego, pero no sólo intelectuales.

Es precisamente por este gusto personal que la organización de este ensayo no sigue los deslizamientos metodológicos, sino las clases de problemas a los que tuve que hacer frente como economista-en-el-mundo y que coinciden, claro está, con algunas preocupaciones y eventos de la década con los que me tuve que enfrentar.

En la primera parte, Universidad, investigación y cultura, se encuentran algunos de los trabajos que he elaborado sobre cada una de estas materias. Se trata de mi pequeña aportación a la Sociedad del Conocimiento, uno de los tres eventos claves de la década de los 90.

En la segunda parte, Fraternidad y nacionalismo, se presentan los únicos trabajos que no son «de encargo». Por un lado se puede detectar la semilla de un cierto holismo asociado a la idea de Fraternidad. Por otro lado, y en relación con otro de los eventos claves de la época, el de Globalización y Nacionalismo, parece inevitable que un economista-en-el-mundo que, además, es bilbaíno, se preocupe por el nacionalismo vasco y acabe reaccionando a la crueldad del terrorismo y opinando respecto a formas alternativas de afrontarlo.

La tercera parte la titulo como Europa. La construcción europea es el último de los grandes acontecimientos de la década a los que me he referido y como tal, dominó totalmente la discusión de la política económica de la década. Yo no fui inmune a esa invasión y escribí bastante al respecto. Sin embargo, y a efectos de evitar repeticiones, me he limitado a trasladar a este ensayo aquellos trabajos que apuntaban a problemas que hoy siguen vigentes.

He reservado para la cuarta parte, Economía, filosofía y política, una colección de artículos, que, sin dejar de reaccionar a acontecimientos de la época, y aunque siguen siendo de encargo, ponen de manifiesto mi deriva metodológica.

He reservado para el Epílogo: Autoría una intervención que apunta hacia la idea del economista como autor, continuando así mis preocupaciones de Economía Neoclásica, Seducción y Verdad.

Lo que realmente me interesa de este ensayo es que contribuye, en sus cuatro partes y un epílogo y a través de artículos dispares, profesionales y de aficionados, largos y cortos, publicados previamente o inéditos, a mostrar la potencia de la mirada del economista, de su forma de plantearse los problemas y, de paso, a destapar el filósofo mundano que todo economista lleva dentro y que reacciona a los acontecimientos de su época de una manera especial que yo creo muy fructífera.

La Mirada del Economista, 2004

Sobre Ulises como modelo

La analogía odisiaca no es un adorno literario, es un modelo del proceso de individuación a través de pertenencia y traiciones sucesivas.

Esta interpretación de la Odisea como reflejo literario aparece ya en unas notas al margen de un libro de Zizek, seguramente escritas sobre 2006 y recuperadas en 2014.

La primera nota dice:

Cogito no es una entidad sustancial, sino una función estructural pura, un lugar vacío (y en este punto se abre un paréntesis en donde se cita a Lacan, nada extraño en Zizek) que, como tal, solo puede surgir en la interacción de sistemas comunales sustantivos.

Que la actividad intelectual no tenga una entidad determinada relacionada con un ser humano individual ya es algo bastante llamativo que todavía se hace más raro en cuanto nos enteramos de que sería en el mejor de los casos, una relación estructural entre sistemas comunales. Es decir entre culturas diferenciadas. O si se quiere, algo así como un hogar.

La segunda nota hace referencia a ese hogar:

Humanidad: el abandono del falso hogar a fin de alcanzar nuestro verdadero hogar.

Y si juntamos esta nota con la anterior nos percatamos de que si somos humanos, realmente humanos, dejaremos que el pensamiento nos dirija en el viaje de búsqueda de nuestro verdadero hogar. Una búsqueda irremediablemente filosófica de acuerdo con la forma en que Novalis aconseja comprender esta filosofía en esta otra nota:

Filosofía como un anhelo del verdadero hogar perdido

Y, como no podía ser menos, cada uno de nosotros no tiene más remedio que ser un Ulises de este viaje e ir alcanzando su singularidad o su autenticidad a tientas entre comunidades identitarias. Mis notas terminan con esta última:

Uno solo es universal siendo radicalmente singular, en los intersticios de identidades comunales.

Todo esto no solamente me suena, sino que también me parece una razón para que me lleven detenido.

Zizek «Humanity», 20/2/2014

Son estas traiciones, estas incorporaciones de nuevo conocimiento y experiencia las que hacen de Ulises, en realidad, el único itacariano verdadero, el refundador de la ciudad de la que partió y a la que vuelve para descubrirse huérfano y arrasar a su clase dirigente, que muy simbólicamente, en el momento de su llegada, trata de poseer a la mujer que dejó atrás e ignora a su hijo.

La importancia subjetiva para el autor de este modelo queda clara cuando comenta un poema de Ojambrena que acaba diciendo:

En medio de los mares, Ulises esperaba, Sin perder la confianza, Que un viento le llevara De nuevo a Itaca

Y asegura:

Lo pondré como frontispicio de un ensayo enormemente largo que se va escribiendo en mis entrañas desde hace muchos, muchos, años. Desde que despedí a mi padre para siempre y me volví a LA.

Solo estoy seguro de su título: El exilio y la orfandad.

El exilio y la horfandad, 10/2/2009

El bricoleur y la traición de la Economía

Una de las cosas más interesantes del Ulises de Homero es que acaba siendo el itacariano verdadero y el arquetipo de las exploraciones griegas, sin haber sido navegante antes de partir a la guerra de Troya. Es decir, no comienza su viaje siendo, para la identidad de la época, completamente itacariano, del mismo modo que Leopoldo Bloom tampoco comienza su día siendo completamente dublinés.

Es imposible escapar del paralelismo entre esta incompletitud identitaria y el amateurismo de los economistas que dan el salto a la mundanidad. El ejemplo: Keynes, Boulding y otros amateurs.

Hace muchos años un colega me presentó, antes de una conferencia académica, como un gran profesional, supongo que de la teoría económica. Fue un elogio que me dejó perplejo. Ser un gran profesional es ser, además de una autoridad en lo tuyo, puntual, responsable y poco caprichoso en el ejercicio del oficio cualquiera que éste sea, futbolista, tenista o profesor.

Beckham es un gran profesional porque nunca falla a un entrenamiento y porque su pie derecho es un lujo para cualquier degustador del noble arte del balompié. Federer es un genio del tenis y no hace un mal gesto y yo jamás había faltado a clase o dejado de responder una pregunta y creía haber escrito alguna cosa de interés en un área muy concreta de la teoría económica.

Pero Beckham no ha renovado el football como lo hizo Maradona, Federer no tiene un golpe propio como sí lo tenía Nastase y yo no he sido capaz de vislumbrar otra manera de mirar a los fenómenos económicos como sí fue capaz, por ejemplo, Kenneth Boulding.

Curiosamente Maradona, Nastase y Boulding no se podrían calificar de grandes profesionales. El primero confiesa que se pasaba con la droga, Nastase era un pícaro y Boulding, cuyas ideas tartamudas eran geniales, no era un profesor concienzudo según yo mismo pude comprobar hace casi 40 años.

Si el elogio que mi colega quiso hacerme no me gustó del todo es, creo, porque yo ingenuamente pretendía en aquella ocasión haber revolucionado la manera de mirar a las cosas del oficio.

Elogio del amateurismo informado, 5/6/2010

No se nos escapa tampoco que más que dentro de los amateurs, Ulises, Bloom, Keynes, Boulding o Urrutia forman un tipo especial: bricoleurs, hackers avant la lettre más que flaneurs.

Lo que he intentado hacer hasta este punto es mostrar que hay razones para entonar un canto elegíaco a la chapuza. Ahora, para terminar, quiero añadir que el tipo humano que encarna este elogiable espíritu chapucero es el hacker. Este extraño individuo piratea; pero no es esta la característica que quiero destacar aunque ese pirateo pueda, a veces, ser útil como suscitador de dudas respecto a verdades presunta y falsamente inamovibles como ocurre, por ejemplo, con las establecidas en materia de propiedad intelectual.

Lo que me importa destacar es más bien que este hacker es un chapucero, que destroza los juguetes para, en lugar de disfrutar de sus prestaciones originales, volverlos a montar con prestaciones sorprendentes e innovadoras. Se trata de alguien que no está poseído por el esprit de finesse, sino que degusta la vida a bocados, un Pantagruel del placer, un solitario bricoleur, un nuevo bárbaro que nos va a despertar de este sueño placentero que descabezamos sobre un volcán a punto de erupción.

Elogio de la Chapuza, 06/09/2004

Lo importante no es sólo la actitud, que nos refuerza el modelo de filósofo mundano afirmado hasta ahora, sino el rechazo explícito del flaneur que se entrega al destino en sus paseos convirtiéndose en esclavo de su propia deriva.

Dicho de otro modo: el bricoleur odia al flaneur como Joyce odiaría a un Dublín turistificado.

La sospecha de que la Economía teórica está evolucionando hacia el flaneurismo, dependiendo cada vez más del recorrido, empieza a pergeñarse en el periodo inmediatamente anterior a la crisis financiera de 2009, cuando el triunfo del modelo del equilibrio general de Arrow se convierte en orillamiento de las teorías del desequilibrio y la microeconomía de la información queda al margen de las extensiones del modelo general.

La dependencia del recorrido, el flaneurismo teórico, aparece entonces como el principal obstáculo para que la Economía sirva para evitar la crisis primero y para corregirla después.

Dependencia del recorrido y encasquillamiento [son] dos problemas serios para las ideas económicas, quiero terminar insistiendo en que ambas pueden debilitar la potencia de las ideas, un asunto peligroso para el uso eficiente de los conocimientos existentes, especialmente si, además, quienes pueden tener las ideas no tienen incentivos a ponerlas en circulación.

Dependencia del Recorrido, 1 y 3 / 1/2009

Y esto es importante porque lleva a un punto de ruptura.

Uno tenía que estar preparado para contestar a su representante político si había que bajar o subir el tipo de interés o modificar y en qué dirección tipos impositivos. Esta manera de entender la tarea intelectual acompañada de un poco de cultura de la Historia del Pensamiento y de los hechos económicos daban pie a una conversación social entendible y comunicable. [...]

La fuente de los problemas a tratar por los académicos ya no es la realidad sino la propia deriva del quehacer teórico. Este autismo hace muy difícil el mantenimiento de una conversación social relevante y, lo que es mucho peor hace de la vida académica cotidiana algo mucho más aburrido.

Me atrevo a decir que esta dependencia del recorrido es uno de los mayores obstáculos para la propia disciplina.

La gran desconexión, 11/11/2011

Juan Urrutia no traiciona la Economía, es la Economía la que traiciona su tradición mundana para convertirse en una ciencia flaneur cuando más necesario era el bricolage.

El programa de Ulises

Recapitulemos todo lo avanzado hasta ahora a partir del modelo de individuación como pertenencia, el viaje de Ulises, a través de su otra cara: la afirmación programática.

Comencemos por el kontraren kontra, allá por 2007

De momento he confeccionado una primera lista que puede leerse como un manifiesto. Pero también es cierto que, a pesar de que no lo considero necesario para sentirme un ciudadano responsable, en cada caso estoy a favor de algo que sustituirí­a con ventaja aquello de lo que abomino.

Estoy:

- En contra del sentido común y a favor del pensamiento crí­tico sea lo que sea esto último.

- En contra del conservadurismo y a favor de la experimentación.

- En contra de la estabilidad en cualquiera de sus sentidos no técnicos y a favor de la destrucción creativa.

- En contra de la propiedad intelectual y a favor de la rivalidad cooperativa, es decir, de desvelar mis logros para que no me pueda dormir en mis laureles (que por otro lado no serí­an tales si no desvelara mis descubrimientos).

- En contra del Estado de las Autonomí­as y a favor de un Estado Confederal.

- En contra de la transparencia y a favor del pudor en todos los órdenes de la vida excepto ese en el que usted está pensando.

- En contra de las universidades tal como están hoy configuradas y a favor de una universidad emprendedora.

- En contra de las capillitas crueles y a favor de la tolerancia y de la igualdad de oportunidades.

- En contra del diseñador inteligente y a favor de la evolución.

Kontraren Kontra 03/01/2007

La eclosión y el desarrollo de la crisis llevará, por primera vez a Juan Urrutia a enarbolar un programa político propio o, más bien, una enumeración de principios para pensar las políticas públicas, en aquel momento impotentes frente a la crisis.

1. Necesidad de la ética individual

2. Verdad antes que felicidad

3. Necesidad de la diversidad

4. Libertad antes que utilidad

5. La propiedad privada para quien la trabaje

6. Universalización de los derechos humanos

7. Identidad antes que individualismo

8. Proyectismo participativo

9. Estado pequeño y fuerte

10. Funcionariado de élite

Por un liberalismo pequeñoburgués, 21/6/2014

Y lo que es más importante, a plantear la necesidad y el deseo de elaborar un modelo económico básico que partiera desde el «nosotros», esto es, de las comunidades identitarias como sujetos colectivos de la actividad económica.

Yo era un catedrático de Economía -perfectamente ortodoxo- pero no podía olvidar:

- El mayo del 68 en Europa y EEUU

- Las ideas frankfurtianas (Marcuse)

- Un tipo particular de Psicología centrada en la terapia Gestalt de Fritz Pearls

Y algunos jóvenes alrededor, que son miembros de las Indias hoy, de hecho un puñado de hackers, me mostraron que algo llamado TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) podía dar lugar a una nueva forma de pensar la Economía que entonces se llamó «Nueva Economía».

Esta Nueva Economía se desarrolla en torno a dos ideas importantes

- la abundancia es posible

- el tejido de redes es crucial

La Gran Recesión se olvidó de las puntocom y es solo ahora cuando ellos (los hackers) y yo (el viejo profesor) podemos enfrentar el reto intelectual de construir un nuevo modelo económico básico construido no sobre el «yo» sino sobre el «nosotros». Y ha de hacerse aunque estemos preparados para aceptar que estamos «lost in transition» [...]

La sociedad que correspondería a este modelo es lo que llamamos una comunidad identitaria. [...]

Para nuestro deseado nuevo modelo económico hay dos piezas fundamentales: consumo y producción. No conozco ninguna teoría del consumo basada en el «nosotros» y no solo en el «yo». Solo conozco primeras aproximaciones como el paraíso comunista de Marx o en el 68 las ideas de Marcuse en California o, de hecho el modo de vida del Esalem Institute en Big Sur. [...]

Tras las TIC en la Nueva Economía el porcentaje de bienes intangibles ha aumentado notablemente. Y la mayor parte de los intangibles son parte del comunal caracterizados por su no-rivalidad en el consumo y por una mayor o menor exhaustividad. Así que, en nuestro esfuerzo por reconstruir la Teoría Económica, el comunal es una pieza muy importante, aunque no podamos olvidar los mercados.

No hay sin embargo ninguna solución obvia ni universal al problema de los bienes comunales. Todas las soluciones son ad-hoc y locales. Algunas son buenas y otras malas. Ejemplos actuales de malas soluciones sobre el comunal serían:

- Las leyes de propiedad intelectual, ejemplos de soluciones locales que ya sabemos que son malas soluciones.

- El conocimiento en general y cómo financiarlo.

- Los rankings de científicos o universidades de acuerdo con sociometrías que distorsionan los incentivos. [...]

Nuestro modelo básico no puede disociarse de la política. La generalización de la Sharing Economy tiene que ser diversa por la naturaleza local de las comunidades identitarias que hacen el todo. La forma política que amamos en las Indias es la confederación, la única que preserva la diversidad. En una confederación no hay autoridad última. Pero es mejor aceptar esto que tratar de forjar una artificialmente.

Un modelo económico básico pensado desde el «nosotros», 29/5/2015

Al final estamos en el principio pero de manera nueva. Se trata de sustituir al individuo por un nosotros que sirve para dar cabida al proceso de individuación por pertenencia e insertarlo todo en un Capitalismo que viene en el que las rentas se disipan haciendo posible ciertas formas de abundancia. En un modelo así, aun sólo esbozado, el confederalismo reaparece como una necesidad de coherencia del modelo.

En la siguiente fase de esta exploración profundizaremos en la noción de confederalismo, su carácter universal y su relación con la identidad y la abundancia para avanzar un paso más en la comprensión de quién es Juan Urrutia.