La crisis europea que está arrancando
En @maximalistas y @communalia, nuestros canales de noticias, intentamos seguir, entre otras cosas, las grandes tendencias económicas que muchas veces se pierden en el ruido de los datos de coyuntura. Hoy por hoy, todo indica que Alemania, la mayor potencia industrial europea está inmersa en una crisis estructural.
En una entrada breve del canal resumíamos las causas con profusión de etiquetas, intentando mostrar hasta que punto la crisis alemana es la resultante del conjunto de tendencias que dan forma al actual momento histórico:
China ha llegado a su segunda ola de desarrollo industrial (automoción, química, maquinaria), sectores intensivos en energía y capital, en un momento en que EEUU ha impuesto a Alemania una guerra que le priva de las fuentes de gas y petróleo baratas de Rusia y en que la nueva política de Biden de atracción de capitales basada en el proteccionismo y el PactoVerde (ley IRA) además de los tipos de interés altos, succiona capitales de la UE hacia EEUU.
Dos entradas después, publicábamos un gráfico y un par de enlaces de prensa diaria con la leyenda:
Alemania. La formación de capital fijo está estancada desde el estallido de la guerra en Ucrania y los dividendos están ya cayendo... la caída de la inversión es el siguiente paso y la recesión el horizonte.
Ya se habla del peligro para Alemania de convertirse en una nueva Grecia. Pero en realidad la recesión alemana es tan sólo un momento de un proceso mucho más profundo. La dinámica que ahora despunta -cerrar instalaciones industriales en Europa para trasladar inversiones a China o a EEUU- puede acelerarse durante los próximos años, impulsada por el creciente peso del militarismo en las políticas comerciales y, probablemente, por el bajón de la propia demanda europea.
La amenaza latente bajo la recesión alemana que viene es que cree un efecto bola de nieve que produzca una desbandada industrial en toda Europa. Si agregamos a ese cuadro el impacto sobre el campo -y el territorio- de la integración de Ucrania en la PAC, sin la cual la UE no va a poder seguir sosteniendo la guerra contra Rusia, la amenaza se completa.
Es decir, está abierta la posibilidad de una crisis económica, social y territorial en toda Europa durante la segunda mitad de esta década. Una crisis que podría superar en sus efectos sobre el bienestar y los ingresos de las familias a la de 2008, marcando el fin de Europa como espacio de relativa tranquilidad y prosperidad entre las dos grandes potencias globales.
El papel de las cooperativas
No hay que cerrar los ojos. La amenaza está ahí. Lo más probable es que se concrete en mayor o menor medida dependiendo de un conjunto de factores sobre los que no podemos influir. Es decir, será un tsunami o una inundación, en el mejor de los casos una lluvia torrencial. Pero nos golpeará. Y al final, la profundidad y consecuencias últimas de sus efectos en nuestras cooperativas y en las comunidades en las que vivimos dependerán de cómo nos hayamos preparado para resistir los primeros embates y si fuimos capaces o no de tener unas bases firmes para poder hacer algo más que lamentarnos cuando esos primeros golpes hayan pasado y vengan las réplicas y las resacas.
Las cooperativas de trabajo y nuestro entorno de asociaciones y fundaciones tenemos un trabajo que hacer aquí y ahora. Del mismo modo que cuando incubamos una cooperativa hacemos un plan de contingencia, ahora es el momento de diseñar y poner en marcha planes de resiliencia para nuestras cooperativas, nuestras redes y nuestros pueblos y barrios.
Estos planes deberían actuar en cuatro ejes:
- Dentro de las cooperativas: reservando capacidades de inversión. No sólo para financiar caídas de demanda, sino para poner en marcha nuevos proyectos cuando llegue el momento.
- Entre las cooperativas: creando proyectos conjuntos que nos permitan desarrollar nuevas líneas y aumentar la escala y eficiencia de las ofertas cooperativas.
- En nuestras comunidades: apostando por crear espacios deliberativos y de coordinación con el tejido social y productivo que nos rodea, con vistas a poder encarar e impulsar respuestas colectivas.
- En nuestras acciones hacia el conjunto social, impulsando campañas, proyectos y asociaciones que animen y acompañen la formación de nuevas cooperativas de trabajo mediante programas ligeros de incubación rápida. Es decir, preparando previamente modelos y análisis que nos permitan dar respuesta a un incremento rápido de la demanda de autoempleo cooperativo.
No es poco trabajo. E incluso en el caso de que, ojalá, el contexto global cambiara y la amenaza de una crisis europea no se materializara con la violencia que tememos, tendría todo el sentido del mundo. Por eso no sobra nadie. Faltan manos. ¿Te unes al trabajo con nosotros?