6/3/2024 | Entrada nº 78 | Dentro de Moral

Militar el entusiasmo

Cuando luchamos triunfamos todos porque luchar juntos nos hace mejores a cada uno.

Un siniestro fantasma recorre Europa

Vivimos un momento histórico peligroso. No hace falta ser muy sagaz para ser consciente de que se extiende una sensación de estancamiento, crisis permanente y ausencia de alternativas. En toda Europa las encuestas hablan de un aumento de la sensación de vulnerabilidad, degradación e insatisfacción vital profunda. Una desazón social cada vez más generalizada que, al parecer, abre puertas a las soluciones autoritarias.

La base económica inmediata de esta insatisfacción está a la vista de todos. La distribución de rentas se rompe muy arriba y pone en evidencia la pretensión de la gran mayoría de poder seguir siendo clase media.

Además, de fondo pero cada vez con más vehemencia, el gran elefante en la habitación amenaza con llevarse todo por delante: la guerra de Ucrania está escalando a amenaza explícita de conflicto nuclear. Y por primera vez en mucho tiempo, la amenaza resulta creíble.

Las formas del miedo

Según los médicos, las tres respuestas reflejas posibles ante una amenaza existencial inesperada son congelarse, luchar o salir pitando (freeze, fight, flight). Son las formas del miedo.

Unos se congelan

Una voz profunda venida del fondo de una oscura maquinaria nos está recordando día y noche que las transgresiones no serán permitidas. Es el mensaje que recibimos en modo bombardeo desde todos los medios, un quietos todo el mundo brutal y omnipresente.

No hace falta ver las noticias ni escuchar contertulios. Tampoco es algo exclusivamente europeo. De hecho, el mensaje madre nos viene de EEUU. Dos ejemplos de lo menos polémico:

Esta semana Hulu acababa Death and other details la serie cozy de la temporada, hasta ahora un refugio. El final, cuando menos chocante: los buenos acaban protegiendo a los abusadores y los corruptos, los vengadores son perseguidos y encerrados por no seguir las reglas. Y se supone que es un final feliz. Moraleja: transgresiones las justas.

HBO comenzaba por su parte la emisión de The Regime, su serie estrella de la temporada, un remedo de comedia shakesperiana en la corte de una supuesta democracia autoritaria centroeuropea a medio camino entre la Hungría de Orban y la Bielorrusia de Lukashenko. La transgresión viene aquí de la lideresa, interpretada por Kate Winslet. Al principio parece que va a ser mandar al ejército contra un grupo de mineros en huelga. En realidad, queda claro al final del episodio, el pecado es negarse a entregar las minas de cobalto que son el principal activo del país a una multinacional estadounidense para tirarse en plancha acto seguido hacia el tipo de discurso anti-imperialista básico que firmaría hasta el más conservador de los atlantistas.

De nuevo el mismo mensaje: el «quietos todo el mundo» amplificado hasta por las plataformas globales de relatos.

...y otros salen volando

La migración de supermillonarios a palacetes bunkerizados en Nueva Zelanda empezó hace tiempo ya y ha tomado tal magnitud que el gobierno neozelandés ha tenido que establecer toda una serie de protocolos y autorizaciones para evitar una colonización apocalíptica que empezaba a ser una amenaza medioambiental.

Ahora la cosa está cambiando de escala. Vemos a Martín Varsavsky en modo survivalista glam llevándose a los amigos a un rancho en Mendoza con el argumento del peligro de guerra nuclear; a congresistas americanos exiliándose a Francia por no aguantar un segundo mandato de Trump; y a unos cuantos centenares de israelíes acomodados buscando refugio ecológico en la Vera. Y podríamos seguir, el mapa de auto-exiliados crece todos los días.

Pero... ¿Queda alguien para luchar por cambiar las cosas?

Resumiendo: entre los de arriba del todo y los de no tan arriba pero con posibles -la casita ecológica en la Vera está a 400.000€- la tentación es quitarse de en medio.

Mientras, la gente común, la que siempre se queda tras las fiestas de los otros para recoger la mugre que dejaron, se queda aparentemente congelada.

Pero, a fin de cuentas ¿no es congelarse lo más sensato cuando no está claro que luchar vaya a resultar en cambios?

Militar el entusiasmo

Un día en la comarca

Este fin de semana pasado se celebraba el Día de la Comarca de Zafra y el Río Bodión. La sede era Valverde de Burguillos, 280 habitantes. Se calculaba que, de hacer buen tiempo, llegarían casi 3.000 personas de todos los pueblos de alrededor. Así que el CEDER contrató organizadores, músicos y cetreros, el ayuntamiento se volcó, las asociaciones prepararon actividades, las escuelas rurales trajeron autobuses de niños deseosos de jugar al aire libre, los coros se pusieron sus mejores galas, los artesanos de toda la zona montaron talleres, demostraciones y puestos, se sacaron los mejores jamones y los hosteleros, que tuvieron que hacerse con mesas y cristalerías para una demanda multiplicada, compraron productos locales en grandes cantidades...

Cuando llegó el sábado, el cielo se encapotó, el viento no dejó tregua y una guerrilla de lluvias hostigó a cuantos se animaron a acercarse al pueblo durante todo el fin de semana. El programa tuvo que reorganizarse sobre la marcha para proteger a rapaces y humanos de las inclemencias y la mayor parte de los visitantes esperados no aparecieron.

Y sin embargo, todo lo planeado se hizo y se hizo con éxito. Aparecieron más de 50 asociaciones de toda la comarca y trabajaron juntas por primera vez para imaginar qué hacer juntas. Todo el pueblo acompañó -cortavientos en ristre- a la ronda que explicaba la historia del pueblo rincón a rincón acompañada del coro -que cantó las canciones tradicionales que hacen referencia a cada lugar. La Iglesia se llenó para recibir los coros de los demás pueblos. La plaza se mantuvo llena durante todo el concierto hasta la madrugada ignorando aguaceros y vientos racheados. Hasta los halcones hicieron lo suyo. Los jamones sabían a gloria. Y la caldereta de guarrito de Justi estuvo más buena que nunca.

Y todo al modo en que debe ser: sin pretensiones tontas ni autoridades divinas. Carlos, el alcalde, el primero a poner mesas, barrer suelos y atender visitas; Maria José, la alcaldesa del pueblo de al lado -del partido contrario- guitarra en dos de los coros y la primera a echar una mano; Chema, el gerente del CEDER, chelo en el coro y guitarra en la ronda, animador en las reuniones y lo que le echaran... y así todos.

El número de voluntarios que se unieron para ayudar fue el doble que el que hubiera sido necesario par atender a 3.000 personas. Ahí estaban todas las señoras mayores (mayores de setenta) chaleco de colores sobre la ropa atendiendo a los turistas perdidos, los señores mayores guiando autobuses y coches a la entrada del pueblo, los padres del AMPA organizando juegos tradicionales con los niños...

Resumiendo: el tiempo ahuyentó visitantes y deslució fotos, reorganizó la agenda y trastocó los conciertos, los juegos y las actividades. Sobraron comidas y quedaron vajillas sin usar. Y todos nos sentimos orgullosos del éxito colectivo del que habíamos sido parte.

¿Miedo de qué?

No os contamos todo ésto para explayarnos sobre lo orgullosos que estamos de nuestra comarca -aunque lo estamos- ni para proponer organizar fiestas populares como alternativa a la congelación de las iniciativas y movimientos sociales.

Os lo contamos para trasmitiros una actitud, un modo de hacer: luchar, organizarse, trabajar juntos, incluir e incluirnos, siempre paga, no hay fracaso al que temer, porque fracasar o no, en realidad, está en nuestra mano.

Fracasar no es no alcanzar los objetivos que entrevimos posibles un día de sol y buen tiempo, sino darse por derrotado cuando se nubla el cielo.

Triunfar no es conseguir los objetivos últimos a las primeras de cambio y con el mínimo esfuerzo, es arriesgarse, esforzarse, hacer lo que hay que hacer y sobre todo, construir juntos. Porque cuando lo hacemos damos vida a la comunidad y como personas nos sentimos orgullosos de ser parte de una comunidad que no se arredra.

Dicho de otro modo, cuando luchamos triunfamos todos porque luchar juntos nos hace mejores a cada uno.